Atacada de forma espantosa por alguien terriblemente cruel, una tortuga, de aproximadamente 100 años, apareció deambulando la casa de Paul y Diane Tuttle en Illinois, Estados Unidos, con un destornillador clavado en su caparazón. Su cráneo estaba fracturado y estaba ciega de un ojo, pero -y pese a esas graves lesiones- no se dio por vencida y permanece con vida.
Fuente: Douglas Holmes Facebook
Este acto despiadado, que muestra por enésima vez la crueldad de la que somos capaces los seres “humanos”, ocurrió en setiembre del 2015, y -según contó Paul Tuttle, policía de profesión, a un medio de comunicación- el animal supo de algún modo que la pareja no le haría daño, porque cuando lo encontraron, estaba calmado.
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Sin pensarlo dos veces, decidieron ayudar a la tortuga y rápidamente la llevaron a la clínica veterinaria para que recibiera tratamiento. “No sé por qué harían algo así“, comentó Paul. “¿Acaso fueron niños malvados que se convertirán en asesinos seriales cuando sean adultos? ¿Fue alguien ebrio y estúpido? Nunca lo sabremos“, añadió.
El caparazón de Tuttle, como fue nombrado el animal por la pareja, fue taponado con fibra de vidrio; no había duda de que su recuperación sería larga, pero Tuttle no tuvo que enfrentarlo sola, estaban Paul y Diane y se les unió el herpetólogo (persona que se dedica al estudio de los reptiles), Douglas Holmes, quien se ofreció como voluntario a cuidarla durante unos meses en su casa.
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El pasado fin de semana, tras nueve meses de recuperación, Tuttle fue finalmente devuelta a su hábitat para que retome su vida salvaje que se vio obligada a dejar. Aunque, seguramente para nosotros, puede no ser comprensible que la hayan liberado, y que para ella quizás le sea un poco duro, porque ha perdido gran parte de su visión en el ojo derecho, dejarla libre era lo correcto.
Tuttle, quien es una tortuga hembra, fue llevada a una zona lejana y pantanosa (y confidencial), donde no pueda ser amenazada. Los animales se merecen esa oportunidad”, añadió Holmes. “Uno siempre se siente bien cuando ve a un animal marchar libre.” Y afirmó que todo el tiempo y esfuerzo para que ella esté bien fueron recompensados con ese momento.
¿Por qué con un destornillador?
De acuerdo a Bridget Domenighini, directora de los Servicios de Protección de Animales en el condado de Peoria (Illinois), algunos coleccionistas de caparazones cortan las cabezas de las tortugas, pero “no hay razón humana para incrustrar un destornillador. Fue un ataque con el único objetivo de provocar dolor“.
Desafortunadamente, la persona que intentó matar a Tuttle nunca fue capturada y, tal vez, nunca se sepa su nombre. Pero, al menos, reconforta saber que todavía hay gente que vale la pena, que se preocupa por los demás seres, y que la ayudaron a que se recupere. En definitiva, es una historia que nos enseña los dos lados de la humanidad.
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