En una remota aldea de Afganistán vivía la pequeña Zubaida Hasan: una niña que en el 2001, cuando solo tenía nueve años, sufrió un accidente con fuego que le cambió su vida para siempre. Y es que las llamas quemaron gran parte de su cara y cuerpo al punto que, literalmente, su cara se derritió hacia su pecho.
Ante lo sucedido, los padres de Zubaida hicieron hasta lo imposible, sin embargo, los doctores les dijeron que no había nada por hacer. Sin perder las esperanzas, su padre probó suerte un año después en una base militar norteamericana que estaba ubicada en esa región tras los atentados del 11 septiembre.
En ese lugar, soldados no pudieron sentirse ajenos al dolor y decidieron contactar a un cirujano plástico llamado Peter Grossman (derecha), de Los Ángeles, cuya especialidad eran las personas que afrontan este tipo de problemas.
Fuente: Quirlycues
Una vez arreglados los obvios asuntos para llevarla a los EE.UU, Zubaida viajó con su papá para conocer a Grossman y a su equipo. Al ver la seriedad del caso, este doctor se aferró a la idea de que sí o sí tenían que ayudar a esta niña y se especuló que el tratamiento duraría por lo menos tres años por las diversas operaciones.
Desde el primer momento el equipo del doctor Grossman puso todo su talento y tiempo a disposición, y mediante operaciones en las que usaron piel de diferentes partes del cuerpo de la pequeña para reconstruir su rostro y demás partes afectadas, Zubaida comenzó nuevamente a tomar forma.
Fuente: Grossman BurnCenter/YouTube
Luego de un tiempo el papá de la niña tuvo que regresar a su país. Siendo esto un problema para el proceso de la niña, el doctor Grossman y su esposa decidieron hacerse cargo de ella para que pudiera completar todo su tratamiento. Vale indicar que los Grossman no tenían hijos y que la presencia de esta niña trajo ese toque de energía que necesitaban sus vidas.
El tiempo fue pasando y Zubaida continuamente fue mejorando. Siempre se mostró muy positiva y nuevamente empezó a reír y bailar como cualquier otra niña. Comenzó también a ir a la escuela en California e hizo nuevas amigas.
Fuente: Grossman BurnCenter/YouTube
Luego de un año de operaciones todo había mejorado rotundamente. Era momento que Zubaida, de 11 años, regrese a casa pues el tratamiento estaba casi terminado.
Fuente: GrossmanBurnFoundation
Después de despedirse de sus amigas y de su “mami”, como llamaba a la esposa de Grossman, ella y el doctor, o “papi“, como a él llamaba, viajaron a Afganistán para que la pequeña se reúna con su familia. Cuando la vieron, sus ojos no lo podían creer.
Fuente: Grossman BurnCenter/YouTube
Obviamente, con mucha pena, Grossman tuvo que despedirse de su hija “adoptiva”, mostrando con ello no sólo la excelente calidad humana que tiene, sino que también nos da una lección de vida sobre como muchas veces estamos “al borde de la locura” por tan poco cuando hay casos que realmente son fuertes y que aun así salen adelante. #Respect
Zubaida Hasan en la actualidad
Fuente: GrossmanBurnFoundation
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