Muchas veces, las fiestas donde están involucradas grandes cantidades de alcohol pueden tomar un giro inesperado que termina en una anécdota de aquellas que quedan en el recuerdo de los afectados y que cada cierto tiempo vale la pena contar. Pero lo que le sucedió a este grupo de norteamericanos es para publicar.
Cada agosto, en la ciudad de Port Huron, Michigan (EE.UU.), una celebración llamada Float Down se apodera de todos y la cual consiste en cientos de personas que acuden al río St. Clair, en las costas de Sarnia, para tomar grandes cantidades de alcohol trepados sus balsas inflables, flotadores de plásticos, llantas de caucho y todo tipo de artículos que pueda flotar y que se preste para la ocasión.
Si bien esto suena como algo divertido e inofensivo, los fuertes vientos que estuvieron presentes este año hicieron que las arcas de este evento lleguen más allá de lo esperado. Y es que más de 1,500 fiesteros terminaron cruzando la frontera con Canadá, lo que ocasionó un gran movimiento de los servicios de urgencia de ese país.
Peter Garapick, superintendente de las operaciones de búsqueda y rescate de la Guardia Costera de Canadá, indicó a un medio local que muchos de los “refugiados” estaban preocupados porque habían ingresado a Canadá sin pasaporte. Sin embargo, debido a la singular situación por la que pasaron, nadie fue detenido, sino todo lo contrario. Y es que contrataron transporte especializado para llevar a todos de vuelta a casa.
A pesar de ello, algunos de los norteamericano se lanzaron al agua para tratar de regresar a Michigan nadando. “Estas fueron las personas a las que les pusimos ojo, porque comenzaron a saltar diciendo, ‘Volveré nadando a casa’”, manifestaron las fuentes. Felizmente, ellos con botes fueron rescatados ya que hubiera sido imposible nadar por mucho tiempo considerando el estado etílico en el que se encontraban.
Ante todo este caso que no pasó a mayores, los organizadores del Float Down de Port Huron agradecieron la hospitalidad de los canadienses por Facebook.
“Queremos expresar nuestra gratitud para las autoridades canadienses por su asistencia y entendimiento por los flotadores que sin intención llegaron a la costa canadiense. Nos han mostrado una verdadera bondad y que significa ser unos vecinos increíbles”.
Sin duda, esta es una anécdota que nunca olvidarán y que muestra cómo con sentido común y hablando y escuchando se pueden solucionar las cosas de la mejor manera.
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