Aprueban ley que prohíbe matrimonio entre una mujer de nacionalidad china y un extranjero

El 11 de junio de 2016, en China, el Tribunal Popular Supremo aprobó una ley que prohíbe a las mujeres de ese país casarse con hombres que no son de esa nacionalidad. La norma entrará en vigencia a comienzos del 2018, pero desde ya varios grupos de derechos civiles en China han condenado la restricción, señalando que discrimina a las mujeres y pone de lado su derecho a decidir.

Los hombres, por su parte, sí podrán casarse con mujeres extranjeras. Según los legisladores chinos, la medida se tomará para “garantizar que los hombres chinos tengan tantas oportunidades como sea posible de encontrar una novia” debido a la escasez de mujeres el país asiático.

“La ley se introdujo con el fin de promover la armonía social. Tenemos que garantizar que haya suficientes mujeres chinas disponibles para el matrimonio; de lo contrario existe una alta probabilidad de aumento de los niveles de violación y otros actos de violencia“, agregó uno de los legisladores.

La web de noticias, East Asia Tribune, señala que, después de décadas de implementación de la política del hijo único, ha provocado que China se enfrente en la actualidad a un fuerte desequilibrio de género, por cada chica de menos de 18 años hay tres chicos.

Fuente: Telecinco

 Fuente: Infobae

Aunque todo esto parezca broma, no lo es. Es increíble que en lugar de promover políticas eficaces para frenar las violaciones a mujeres, los legisladores en China, quieran impedir que sus ciudadanas se casen con quienes ellas quieran o porque hay demasiado hombres solteros. ¿Qué te parece esta nueva norma, estás de acuerdo o no?

 

Breve historia del Matrimonio

 

El matrimonio, desde que fue documentado, por primera vez, en la Mesopotamia del año 4.000 a.C., ya era un pacto por escrito entre hombre y mujer, que reflejaban derechos y deberes de la esposa, y durante muchos años no tenía que ser aprobado por el Estado o santificado por la Iglesia, novedad de 2.000 años de antigüedad.

 

Lo cierto es que, probablemente, el matrimonio se formalizó, por primera vez, como control social del hombre, con el objetivo de desarrollar un contexto que favoreciese la crianza de los hijos, y con ella, la conservación de estructuras sociales superiores (familias, grupos social) establecidas alrededor de esta unión.

 

Fuente: Estudios  de las  escrituras

 

Pero, rápidamente, este comenzó a transformarse en una herramienta por la cual las élites mantenían el poder. Los vínculos sociales y la expansión de territorios se establecían a través de los matrimonios, que reforzaban alianzas mediante los herederos comunes. Sí, como en Juego de Tronos. Te doy mi hija, dame tus tierras.

 

Tras el declive del imperio romano y el consiguiente auge de la Iglesia católica, se impone que el matrimonio es una unión ante Dios, sacralizando lo que hasta entonces había sido civil, y debido a que se trataba de una relación sancionada por Dios, era indisoluble, y así fue durante siglos (o si no, que lo diga Enrique VIII, que tuvo que fundar su propia religión para divorciarse).

 

 

En gran parte de la historia de la evolución del matrimonio, la mujer es puesta en un segundo plano. Se le ha despojado de sus posesiones una vez que se casaba y dependía para todo de su padre o de su esposo. Tampoco tenía ni voz ni voto en la elección de su pareja y debía aceptar ser entregada a un hombre que no conocía y que podía ser violento.

Además, el concepto de matrimonio, que es el de construir una familia, es decir, el de procrear hijos dentro de la legalidad, nos señala, claramente, cuál es el rol de la mujer. Sin embargo, todavía hay muchas personas que creen en el matrimonio, más allá de su significado como institución social, que concede a la pareja beneficios legales o como parte del ciclo natural de la vida, donde uno antes de morir, debe casarse.

 

 Fuente: La pediatría en Magallanes

 

 

Muchas mujeres y hombres consideran al matrimonio como una declaración de amor y de demostrar al otro que están seguros de que quieren compartir sus días con ella o él, aunque un papel o ceremonia no manifiesta, necesariamente, que se le ame más. Al margen de los diversos temas (algunos polémicos) relacionados al matrimonio, lo que debe prevalecer es la libertad de decidir si queremos o no casarnos y con quien.

 

 

 

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Dentro de esta institución debe existir compañerismo, cariño, respeto y ayuda mutua. Atrás quedaron esos años, que como mencionamos, el matrimonio era una transacción comercial de tierras o, simplemente, para que la mujer cumpla su “función” de madre o que el padre no pueda abandonar a sus hijos tan fácilmente, o donde nos veíamos obligados a estar con alguien a quien no amamos. O al menos, eso pensábamos.