La imagen constituye uno de los elementos más importantes de la empresa. Si bien la presencia online y el marketing digital son vitales en la actualidad, no se debe descuidar elementos que también construyen la imagen corporativa, como el diseño de papelería.
La papelería corporativa está presente en las relaciones con los clientes y termina de dar forma a toda la experiencia que se ofrece. Por ello, debe guardar coherencia con el mensaje que se busca comunicar. Si bien esto no resulta sencillo, aquí te presentamos algunos tips para lograr que el diseño se ajuste a la marca y sus necesidades.
Se suele pensar que con el diseño de un logotipo, ya se resuelve todo. Sin embargo, no podría estar más alejado de la realidad. Hacer una papelería no significa solo colocar el logo. La marcas logocéntricas son aburridas. Por ello, es importante que desde el momento en que se diseña una marca, se piense en que esta se aplicará más adelante en diferentes soportes.
Se debe considerar tipografías corporativas, complementarias, paleta de color y lenguaje. Todos estos elementos conforman la identidad de una marca.
Para lograr unidad, se debe utilizar el logotipo de la empresa o un elemento dominante. Esto permite que el diseño guarde coherencia y sea fácil de identificar.
Asimismo, los colores, tipografías y tipo de papel deben unificarse y funcionar como un todo. Es decir, se debe respetar la misma disposición gráfica y de textos en la papelería.
Dedícale tiempo especial a los colores, escoge una paleta armónica y que transmita mejor todo lo que quieres decir.
Las marcas necesitan elementos que aporten valor. Los íconos, líneas, dibujos, etc permiten enriquecer la marca y ayudan en el proceso de “transmitir”.
Por ejemplo, en el caso de un restaurante, algunos dibujos de comida quedarían genial y serían elementos enriquecedores.
Muchos consideran que la base de una papelería es la tarjeta de presentación. Por lo tanto, esta constituye la pieza que dará origen al resto. Una vez que la marca quedó definida y es fácil de reconocer, se puede diseñar la tarjeta de presentación, consolidando el mensaje a comunicar. Lo siguiente es avanzar con el folio y otras piezas.
Si bien es recomendable que haya variaciones entre las piezas para no terminar con un sentido de monotonía, todo debe tener la misma sensación.
Una vez que cuentas con tarjeta, folio, papeles membretados y otros indispensables, puedes lanzarte y crear aplicaciones complementarias. Si bien no es un esencial, son un plus que agrega gran valor a la empresa.
Aquí ingresa el diseño de totebags, papel de regalo, libretas, bolsa y más. No obstante, recuerda pensar en puntos clave. Por ejemplo, si el diseño es para un restaurante, el arte complementario debe centrarse en elementos como posavasos, servilletas, menú, etc.
Si ya tienes los soportes físicos y la papelería, puedes saltar al entorno digital. Después de todo, es uno de los más importantes en esta era. Asimismo, es importante que consideres si lo que has hecho podría trasladarse a aplicaciones en las que no has pensado.
Es posible que en un futuro, la marca tenga que hacer un catálogo o se aplique en prendas de vestir, etc. Por ello, es vital crear una identidad suficientemente potente y versátil, capaz de ajustarse adecuadamente a dichos cambios.
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