La naturaleza en su estado más puro: Fotografía de Diego Mora
La fotografía fue el principio de todo para Diego Mora: aquella llave que le abrió la puerta al entendimiento del arte, al estudio de la composición, el tratamiento de la luz, el ratio y las proporciones de las que los pintores y escultores clásicos hicieron un hito que logró trascender épocas y estilos.
Diego se inició en este campo hace 10 años, en 2007. Su interés por la fotografía no era reciente: para entonces, contaba con una cámara compacta de alta gama y con ciertos ajustes manuales con la que fue instruyéndose poco a poco en este arte, de forma autodidacta. Fue su esposa quien le regaló su primera DSLR, al ver su profundo interés por capturar mágicas escenas cuando él cumplió 30 años. “Aquí es cuando empieza en serio mi recorrido, realizando un curso sobre fotografía básica para entender la técnica y las funcionalidades de la cámara”, nos cuenta.
Al principio, se dedicaba a estudiar la técnica fotográfica, y ya posteriormente, la composición del encuadre y la construcción del mensaje a través de la imagen. “Esta es la parte complicada, ya que es un recorrido muy largo, cuya evolución está directamente relacionada con las vivencias, cultura, momento y lugar del autor”.
Su mayor fuente de inspiración son los fotógrafos de naturaleza: Actualmente, sigue a varios de su país que publican de forma activa en medios internacionales. También se deja inspirar por muchos fotógrafos clásicos al leer sus biografías y conocer su obra, pues le resulta increíble lo que algunos de estos hacían con la tecnología de la época, prolongando exposiciones o utilizando filtros de gran volumen, como Ansel Adams y su sistema de zonas. “La inspiración igual que está ausente, llega de forma inesperada. Hay que estar atentos y con los ojos bien abiertos a todo lo que nos rodea. Cuando no hay inspiración, ejercitarse es un buen método para descubrir nuevos retos fotográficos”.
Hoy, Diego se encuentra trabajando en la pre-producción de un proyecto que significará un gran reto para él: estudia, por el momento, las alternativas más viables antes de ponerse manos a la obra, pues muchas veces sucede que, por tratarse de temas de bajo interés o por motivos de dificultad para obtener ciertos permisos, este tipo de ideas se abandonan. Sin embargo, Diego tiene ya ideas sólidas, de las cuales nos habla un poco: “Puedo adelantar que está ligado con la naturaleza y los distintos estados del agua. En ellos pienso reflejar, también mediante abstracciones, la esencia en la naturaleza, buscando por ejemplo en el movimiento que produce un río, el viento, los fenómenos meteorológicos, etc.”
Las fotografías que más le gustan son las que muestran la naturaleza en su estado puro: Desde un bonito paisaje con un momento de luz único que crea toda una atmósfera especial, hasta algún acontecimiento impactante, como la erupción de un volcán. “Me asombran las fotografías de animales en acción, porque entiendo la gran dificultad no tan solo de estar en el lugar, sino en la técnica que conlleva realizarlas. Admiro mucho a quien consigue ese tipo de tomas. No dejo de lado los aspectos más transcendentales que se pueden reflejar a través del ser humano”, explica.
La cámara que utiliza es una Nikon D800 con lentes 14-24, 24-70 y 70-200mm, pero ahora anda en busca de un objetivo macro para realizar tomas de seres pequeños y abstracciones, los cuales están entre sus más recientes intereses. Para sus tomas, también usa un Trípode Manfrotto, una rótula Gitzo, un Sistema de portafiltros 165 de Lucroit con filtros ND, degradados e inversos, flashes y disparador remoto.
Por último, Diego considera que para llegar a ser un gran fotógrafo, hay que sentir verdadera pasión: “Somos muchos y no es fácil hacer algo diferente que haga que tu trabajo pueda ser valorado. Evolucionar requiere estudio continuo y mucha constancia y dedicación”, aconseja a todos los que aspiren a este arte.