Cuando los niños dejan de ser niños para ser futuros campeones
China es conocida por ser un país que siempre está un paso por delante de cualquier otro. No es por nada que los asiáticos, en general, tienen la fama de ser muy inteligentes, eficientes y creativos, que nos ganan en todo, incluso en las prácticas deportivas de importancia a nivel mundial, como los Juegos Olímpicos.
¿Pero, en qué momento se decide dar más valor a ganar medallas que al bienestar de niños y jóvenes, quienes con mucho entusiasmo y esfuerzo se dedican a entrenar alguna disciplina y ser los mejores? Es cierto que cualquier deporte tiene un grado de exigencia superior y que puede llevar el cuerpo al límite.
Millones de chicos de todo el mundo que sueñan con ser atletas de renombre entrenan diariamente por un objetivo que consideran superior: el sueño de ser el más grande deportista. Y para lograr competir en eventos grandes como los Juegos Olímpicos, a veces hace falta sacrificar el tiempo con la familia, amigos y hacer actividades tan comunes entre los jóvenes.
En todos los países hay problemas cuando se trata del apoyo (casi nulo, en algunos casos) que dan los gobiernos en materia de deporte (y cultura). Sin embargo, en China, que -a la fecha- ha conseguido 17 medallas de oro, 15 de plata y 20 de bronce en los Juegos Olímpicos Río 2016, presentando 120 atletas, existe otro tipo de preocupación.
Muchas escuelas ofrecen la posibilidad de educar a los niños desde la edad preescolar para “ser campeones”, pero el entrenamiento, de más de 4 horas al día, a los que se ven sometidos los niños chinos pueden ser brutales para su edad, y son sometidos a maltratos y violencia física y verbal.
Recientemente se han difundido por las redes sociales, imágenes que reflejan esta dura realidad y en la que se pueden ver a unos niños obligados a convertirse en los mejores deportistas del mundo. Para ellos, según las fotografías, el deporte no es una forma de desestresarse y mejorar su salud física y mental, sino es una forma de explotación de sus pequeños cuerpos. ¿Tú qué opinas?